Tus palabras hicieron eco en mis dudas huecas.
La poesía se ha ido de mi piel a tu boca de mi boca a tu piel de mis manos a ti... Cariño, eres poesía, y yo, poeta, te quiero y te anhelo y te respiro y te indago y te sientes tan puro, traslúcido, benevolente... tan no yo, tan no para mí pero estás conmigo, y yo me estiro, y me extiendo a ti y me habitúo y me sujeto a las mejores maneras de caminar pero tropiezo y tropiezo y te vienes conmigo y mira cómo estás... tan roto, cansado y magullado. Ya casi no te escuchas, amor, ¿Te escuchas? Ya casi no te quedan fuerzas... dime tú, ¿Qué te queda? Hablas tan bajito... Ya tus palabras se resbalan de tu boca y caen a la cama y allí se quedan. Y yo me permanezco inmóvil, dándote la espalda porque no tengo nada que decir, porque siento que no tengo mirada con qué mirarte porque siempre es lo mismo. ¿No es así? "Siempre es el mismo procedimiento." Ya me da pereza decir "Lo lamento", "Lo siento" o cualquier disculpas ...